Nueva edición de Friday Rocks! Nueva entrega de nuestra añorada serie Sleaze a Go Go. Calentitos estamos, porque estamos en canícula, y porque no paramos de lanzar dióxido de carbono a la atmósfera como si no hubiera un mañana. Y de hecho, si seguimos así, no lo habrá. Y sep, soy consciente de que los servidores donde se aloja este mierdiblog gastan un cojón de agua y emiten CO2, lo cual me genera una profunda contradicción. Pero piénsenlo
En fin, a tope con otro nuevo verano más caluroso de nuestras vidas. Y por supuesto, con otro puñado de ilustres perdedores del rocanrol.
El moderado éxito de Psycho Cafe les permitió grabar un segundo álbum, Dancin´On Coals. Más finamente producido y un pelín más comercial, pero con las coordenadas previas grabadas a fuego en los surcos del vinilo. La escasa repercusión de este segundo disco, les valió la salida de MCA y que su tercer trabajo sólo fuera lanzado en Gran Bretaña y Japón con la independiente Music For Nations.
A pesar de que no hayas oído hablar nunca de ellos, siguen contando con un respetable crédito musical gracias a sus dos primeras obras. Y además Joe Lesté ha formado parte de otros proyectos interesantes si te mola este rollo, como Beautiful Creatures.
Pero si queréis una historia de malditismo rockero underground, que mejor ejemplo que los Sea Hags. Unos tipos que no hacían nada nuevo. Pero eso sí, lo hacían con más mala ostia que casi ninguno de sus contemporáneos. Sleaze bien crudito, agresivo, oscuro y a tope de revoluciones. Algo especial debían tener, cuando no por casualidad Kirk Hammet les produjo algunas maquetas, e Ian Astbury quería estar a los mandos de este debut homónimo. Al final no fue el cantante de The Cult el que se llevó el gato al agua, porque Mike Clink, encargado del Appettitte For Destruction acabaría siendo el responsable de tan cañero artefacto.
Canciones guapísimas y vacilillas como Too much T-Bone o In the mood for love. Con olor a gasolina como Half the way valley y All the time. Y con ritmo denso y casi gótico como Someday y la instrumental Bunkbed creek. Nos ponen ante una banda cuya mejor baza no es la originalidad, sino un perfecto entendimiento de como debía sonar el sleaze.
Su periplo acabó rápidamente, según cuentan por el gusto que tenían por las "cosillas" de la droga. Su bajista Chris Schlosshardt, falleció en 1991 por neumonía ¡A los 26 años!
Y hablando de mala ostia, otros que la tenían a paladas eran los Spread Eagle. Sin el efectismo andrógino de otros compañeros de promoción. Estos tíos, que eran puro cuero y dinamita a un pedo de explotar, se marcaban un debut en 1990, petado de temas de apabullante y adrenalínico hard rock con aroma a decadencia.
A veces sonaban muy heavies, como en Suzy suicide, donde parecen unos Motorhead que tuvieran a Sebastian Bach a la voz. Otras en línea de las habituales tonadas de pegajoso sleaze como Hot sex o Shotgun kiss. Y otras como un motor quemando gasolina, joder que temazo Switchblade serenade, y vaya cañonazo Scracht like a cat.
En su caso, el problema es que llegaron cuando el panorama estaba más saturado que la emetreinta a las siete de la mañana de un lunes. Y que además tardaron tres años en darle continuación a este debut homónimo. En 1993 las cosas musicales ya iban por otros caminos, pero al menos tuvieron la suerte de que MCA les dejó publicar un Open To The Public, que eso sí, no sonaba tan rabioso.
Saltamos al otro lado de Atlántico para encontrarnos con el vocalista y compositor Tyla y sus secuaces. The Dogs D´Amour son una de las mejores bandas que escucharás por aquí, también de las que son extrañamente desconocidas, incluso en su propio país, pero que le vamos a hacer, ellos se lo pierden.
Influenciados conceptualmente por el escritor Charles Bukowski, al que se refieren específicamente en algunas canciones, y tomando el nombre de la banda de uno de sus libros de poemas. Ya podéis imaginaros el mundo lírico y musical de los Dogs. O bueno, sino sabéis quien era Bukowski quizás no. Da igual, os lo cuento, aparte de funcionario de correos durante algunas décadas, peleador enólico en callejones llenos de orines, y perdedor impenitente. El señor era según cuenta él mismo, un borrachuzo de cartón de vino Don Simón. Así que The Dogs D´Amour tomando esa imaginería dedicaban odas al alcohol, con un sonido empapado de la tradición británica del hard rock y el glam de los setenta, nostalgia por los amores perdidos, estética pirata pero con glamour, y euforia guitarrera pre resaca.
Errol Flynn es su tercer disco (cuarto, si consideramos al mini álbum A Graveyard Of Empty Bottles del mismo año) y mantiene una dura competencia con su predecesor In The Dynamite Jet Saloon por alzarse como el mejor trabajo de la banda. Y que les puedo decir, difícil resistirse a canciones como Drunk like me con su juguetón saxofón, esa armónica con olor a polvo de Ballad of Jack, el rockerío inagotable de Girl behind the glass, o la energía de Hurricane. Al igual que a medios tiempos de regusto amargo como Errol Flynn o Princess valium.
Para aumentar su estatus de culto hay que sumar la portada dibujada por el propio Tyla, a medio camino entre un primitivismo naif y el expresionismo de otro artista maldito, Basquiat. Algo que se convertiría en constante en sus lanzamientos musicales. Probablemente, de toda la morralla que les traigo por aquí la de los Dogs sea la más recomendable.
El caso es que el grupo representado por la inagotable y reina midas del rock ochentas, Vicki Hamilton, demostró en su único disco que podían hacer el mejor sleaze rock, en el momento más álgido de esta historia. Every Dog Has Its Day es un secreto bien escondido tras una portada que mezcla de manera hilarante barcos de guerra aviones estrellados y una esfinge ¿¿¿Pero qué narices??? Doce canciones (porque una de las trece que componen el álbum, es un interludio insulso) que caen como un martillo pilón sobre tus orejas, empezando por esa fusión de Guns N´Roses y Led Zeppelin en plan chuleta que es Come along. La vena netamente glam de Cat´s got nine. El blues distorsionado con reminiscencias Motley Crue de Ring my bell, el hard sureño espídico de Where the sun don´t shine. La balada Just like a woman. Ese ritmo serpenteante como la pólvora de Slow daze. Hasta terminar con otro prodigio de la velocidad en Nothin´ but a dream.
Cualquiera sabe que pasó ahí, pero mientras el disco apenas rozaba las listas de éxitos, sustituyeron al cantante Jimmi Bleacher, y para 1993 ya no existían como grupo. El bajista Michael Hannon recaló en Dangerous Toys, y después formó a los recomendables American Dog. Hicieron un concierto de reunión en 2011, que el propio Hannon describió como un desastre, apartando totalmente la posibilidad de un nuevo encuentro.
Y para finalizar, como siempre, un pequeño aperitivo de lo que les espera en estos discos. Empápenlo con un agüita bien frejjjca.
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