Sunday Soundtracks- The Goonies

 


Domingo de banda sonora, con una de esas pelis que se han convertido en icónicas por arte y gracia de la cultura pop. Por eso, y por la nostalgia infinita de cuarentones y tardo treintañeros que no paran de repetir que antes todo era mejor.

La verdad es que con los años, he acabado valorando más a Los Goonies por su mensaje progre y emancipador, por muy maniqueo que sea. Que por la aventura de los niños, que claro en mi niñez era más importante. ¿Qué a que me refiero? Bueno, Los Goonies son un grupo de chavales a los que van a desahuciar, porque sus padres de clase obrera no pueden afrontar el pago de sus hipotecas. En el lugar de sus casas, un bello paraje frente al mar, van construir un campo de golf para ricachones. Y es que, donde pueda haber una inversión que llene los bolsillos de los especuladores financieros, es mejor que los trabajadores se aparten y se dediquen a recorrer cien kilómetros diarios para poder servirles como se merecen. Básicamente lo que pasa en la comunidad de Madrid desde casi veinte años, por poner un ejemplo.

Pues bien, ahora que hemos visto que el pasado no era el mundo ideal que muchos añoran, y después de perder a los escasos lectores de este blog. Paso a comentar la banda sonora de tan insigne película, que trae de casi todo, y bastante entretenido hay que decir. Desde el pop ochentero altamente influido por nuestra diva Pat Benatar, de Cindy Lauper. Hasta el pop discotequero de Goon Squad.




Pasando por la frescura y descaro de The Bangles, el R&B bailable de Teena Marie, o una inevitable instrumental a cargo de Dave Gruisin




Desde la parte que más nos interesa por aquí, tenemos el pop rock/AOR con aires westcoast y hi-tech de Philip Bailey (Kenny Loggins y Richard Page entre otros) y Luther Vandross (habitual acompañante de Richard Marx). 




Y en lo más esencialmente AOR tenemos a los estupendos REO Speedwagon y a Joseph Williams (Toto, Vertigo, Peter Friestedt...) poniéndonos dos temazos.



La peli por cierto, se ha convertido en uno de esos extraños clásicos navideños. Quizá porque nos recuerda las infinitas posibilidades e ilusiones de cambiar a mejor, que tenemos cuando nos queda tanta vida por delante.



 

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