Con lo visto por aquí hasta hoy, ya tenemos pocas dudas de que el negocio musical, muchas veces es de lo más "injusto" si queremos decirlo así. Vale que solo unos pocos pueden triunfar, pero el destino que han sufrido algunos, es de lo más fatídico.
Y no lo digo sólo porque el guitarrista Paul Samson falleciera muy prematuramente de un cáncer a los 49 años. Sino porque la banda que fundó, y a la que tituló con su apellido a finales de los setenta. Ha pasado más a la historia por ser el trampolín a la fama de un tipo que entonces se hacía llamar Bruce Bruce, y que acabó rompiendo los esquemas del heavy metal con Iron Maiden, que por su música en sí. Y no es porque le faltaran fans, puesto que logró mantener una cierta popularidad, al menos durante los ochenta. Ni tampoco calidad artística, pero eso de saborear las mieles de la gloria estaba previsto para otros compañeros de promoción.
Vamos, que de nuevo estamos hablando de una banda de clase obrera, que en un penúltimo esfuerzo por rascar algo de glamour, se apuntó a la moda AOR. Y a nosotros que nos encanta oigan. La historia es que para mediados de los ochenta, la banda, en la que por seguir la conexión con Iron Maiden de críticas previas, además de Bruce Dickinson también había tocado Clive Burr, ya estaba deshecha. Samson decide hacer un disco a priori en solitario, titulado Joint Forces. En el que, como acaban colaborando ex-miembros del grupo, acabará saliendo bajo el nombre de la banda. Pero un tiempo después, y quizá intentando emular el éxito de Whitesnake. Decide reactivar el grupo, contratando al cantante de Empire, Mick White, al teclista de Airrace, Toby Sadler, a Dave Boyce (Ore) al bajo y Charlie Mack (Emerson) en la batería. Además de poner juventud a la ecuación, la idea es presentar una imagen y un sonido más contemporáneos. Es decir, aquello de subirse al carro en toda regla.
El resultado fue un mini álbum de cinco temas que se tituló And There It Is..., y que salió en 1988. No obstante, poco después el proyecto fue discontinuado. Y no sería hasta su reedición en compact disc en 1993, cuando volviese a aparecer con seis temas más de ese periodo, ahora bajo el nombre 1988, y en una compilación que incluía Joint Forces y su disco homónimo de 1993.
En cuanto a lo musical, no os quepa duda de que 1988 es un disco muy, muy apañado de AOR. Con un sonido que en mi opinión, se encuentra aproximadamente entre lo que estaban haciendo los Uriah Heep de Peter Goalby, y la versión más AOR de los 21 Guns. Temas realmente adictivos como la inicial Too late, The silver screen, I must be crazy, Don´t tell me it´s over, I´m never gonna lose control y One day heroes, repletos de luminosos teclados, la maestría guitarrera de Samson y el buen desempeño vocal de White. Sonido al gusto yanqui, que sorprende por bien conseguido.
No parece sin embargo, que lograse el objetivo de poner al día el sonido del grupo y reflotar su popularidad, dado que habitualmente es pasado por alto en su discografía. De cualquier modo y aunque tenga poco que ver con el resto de sus trabajos, en el plano estrictamente AOR es una gozada, poco original, pero irresistible. Algunos de sus temas (Too late, Don´t tell me it´s over y The silver screen) se rescataron para su disco de 1990, Refugee, con Peter Scallan a la voz.
La banda:
Mick White- voz
Paul Samson- guitarra
Toby Sadler- teclado
Dave Boyce- bajo
Charlie Mack- batería
Las canciones:
1- Too Late
2- The Silver Screen
3- I Must Be Crazy
4- Don´t Turn Away
5- Good To See You
6- Stranger
7- I´m Never Gonna Lose Control
8- Don´t Tell Me It´s Over
9- Who Do You Think You´re Foolin´
10- Tomorrow
11- One Day Heroes
El disco:
Año- 1988
Discográfica- Great Expectations
Duración- 45:56 minutos
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