Friday Rocks!- Skid Row- Skid Row

 

Escribe Mark Oliver Everett en su autobiografía, que cuando empezó a vivir en Los Angeles a finales de los ochenta parecía que la única música que existía era "heavy metal del malo". Sirva esta definición para dar cuenta de los grupos y discos que aparecerán por esta nueva sección titulada Friday Rocks! Y de paso también para recomendar el libro de Everett,y también su música que es una maravilla aunque no tenga nada que ver con el contenido de este blog.

Y es que aunque al compositor e intérprete todo este rollo le provocase rechazo, a mí me parece que aquella escena del hard rock o malamente llamado hair/pop metal, bien merece un repaso, que obviamente no sólo se limitará a ella, sino también a todo el hard rock y heavy que no entronca con el motivo central de esta bitácora.

Una excusa por tanto, para revisitar una época y un movimiento que murió de agotamiento y de exceso, de exceso de repetirse mayormente. Lo confirmaba Nikki Sixx en un documental de VH1: había llegado un momento en el que todo sonaba igual y todo el mundo se vestía con las mismas pintas, hacía falta que alguien hiciera algo distinto. Aquella escena que inauguraron bandas como Motley Crue, Quiet Riot o Ratt, y que Guns N´Roses se encargarían de poner en primera línea mundial, se saturaría con cientos de imitadores que mejor o peor intentarían convertirse en la next big thing del rock. Sobra decir que al final los que llegaron con ese "algo nuevo", y sepultaron de un plumazo todo aquel rollo fueron Nirvana.

Pero sólo dos años antes del desembarco grunge y con la escena funcionando como una auténtica máquina de hacer dinero y también ilusiones rotas, debutaron Skid Row. Cómo hicieron para destacar entre aquella vorágine de insatisfactorios clones, y que su opera prima se convirtiese en un icono popular, parece algo chupado sobre el papel, pero en la práctica era bastante más complicado, a tenor de todos los cadáveres que quedaron en el camino. En aquel tiempo se hacía necesario (como en toda la historia del rock por otro lado) tener una dupla cantante y guitarrista carismática, pero si además alguno era un guaperas como Sebastian Bach ya se había recorrido mucho terreno. Eran imprescindibles también un tema hímnico y cañero sin pasarse, y una balada, a ser posible de lo más melosa pero con un potente solo de guitarra. Y es que en muchas ocasiones la música ha tirado de postureo, pero seguramente en este momento encontrara uno de sus cenits. El resto de canciones, incapaces de igualarse a esos dos o tres temas, solían encontrarse en una línea media bastante más anodina, y escucharlas más o menos dependía de lo fanático que fueses, o de la cantidad de discos que pudieras conseguir.

Skid Row cumplían a rajatabla los requisitos anteriores. Pero mientras ellos triunfaban, otros pasaban sin pena ni gloria ¿Porqué? Pues básicamente porque aunque canciones como Big guns, Sweet little sister o Here I am cumplían notablemente mejor que en otros casos ese papel de entrañables secundarias, la verdadera carnaza del álbum se encontraba en tres canciones que se convirtieron en hits inmediatos. Hablo de Youth gone wild, Eighteen and life y I remember you. Tres éxitos construidos al conectar con el público más joven, abordando desde el himno de estadio (Youth gone wild) la balada (I remember you) y el medio tiempo in crescendo rollo épico (Eighteen and life) los dilemas, problemáticas, ansias de expresarse, y las formas algo melodramáticas y autocompasivas de experimentar el mundo de los adolescentes. Así, mientras Motley Crue afrontaban su madurez artística y Poison a los dos años de debutar, ya hablaban en sus letras de adultos jóvenes con trabajos alienantes y sin demasiado futuro (créanme, aunque fuese indirectamente y no creo que voluntariamente, lo hacían, ya lo veremos) Skid Row conectaban directamente con esos adolescentes que empezaban a ganar autonomía personal y descubrir un mundo que no era tan amable como les habían hecho creer.

De esta manera y aunque construido sobre los clichés más sobados del género, Skid Row consigue ofrecer un producto con algo distintivo, y en el que por supuesto también destacan la portentosa voz de Sebastian Bach, y una maquinaria instrumental bien engrasada, amén de una especial virtud para sonar a la vez macarras y mainstream.

Dos años después llegaría Slave To The Grind con un sonido más contundente como exigían los cánones del momento, y con el avanzar de los noventa una progresiva caída en la indiferencia general, que no hizo más que acentuarse en el nuevo siglo.

La banda:

Sebastian Bach- voz

Dave Snake Sabo- guitarra

Scotti Hill- guitarra

Rachel Bolan- bajo

Rob Afusso- batería

Las canciones:

1- Big Guns 

2- Sweet Little Sister 

3- Can't Stand The Heartache 

4- Piece Of Me 

5- Eighteen And Life 

6- Rattlesnake Shake 

7- Youth Gone Wild 

8- Here I Am 

9- Makin' A Mess 

10- I Remember You 

11- Midnight/Tornado

El disco:

Año- 1989

Discográfica- Atlantic

Duración- 39:41 minutos










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